“LA REVOLUCIÓN EDUCATIVA…” DE GARCÍA

No cabe duda que el Presidente anda embebido en su propia virtualidad respecto de lo que acontece en el país. El 23 de febrero, algunos medios de prensa reprodujeron las palabras de García según las cuales el país está viviendo una suerte de revolución educativa, lectura que hace a partir de los resultados del examen tomado a los profesores para ser contratados en el 2009. Según él, sólo un exiguo porcentaje de maestros aprobaron las pruebas del 2008 y, contrariamente, en este año una abrumadora mayoría ha salido airosa. Sin embargo, habrá que decirle que si esta vez existe un alto porcentaje de aprobados, no es necesariamente por una acción gubernamental, sino porque las instituciones que se encargaron de elaborar el examen, conscientes de los enormes errores técnicos incurridos en la elaboración del examen de nombramiento del año pasado y teniendo en cuenta que sólo estaba orientado a contratar docentes, lo hicieron para que sea aprobado fácilmente pues nadie quiere en realidad complicar por gusto la vida del profesorado.
Por otro lado, del repentino examen magisterial podemos sacar otras lecciones a favor de la exigencia de las regiones y los profesores para que se descentralice por completo el manejo de la educación en el país. Nadie puede negar que el Ministro de Educación y sus funcionarios de confianza cometieron el disparate de esperar hasta unas tres semanas antes para dar a conocer que no eran capaces de realizarlo, ni sabían, lo que es peor, cómo encarar el problema de los contratos. Por ello, hicieron que las Regiones asumieran tal responsabilidad. En realidad, el asunto de la contratación desde hace varios años no era un problema de procedimiento, sino de presupuesto. La evaluación que realizaba el Consejo Educativo Institucional (CONEI) de cada institución educativa, con todas sus dificultades permitía un transito más o menos estable. En general, el CONEI cumplía con el propósito de afirmar a los buenos maestros y dejar de lado a los otros.
Lo que pasa es que, como en tantos otros ejemplos donde la ruptura de los procesos seguidos es un rasgo de cómo se gobierna en el Perú, se dejó de lado al CONEI en vez de fortalecerlo. Había que ejercer mayor supervisión de su funcionamiento sí, pero de ninguna manera desairarlo. No hay nada más acertado que fortalecer la democracia y mejorar la calidad educativa generando espacios de vigilancia y de gestión abiertos y participativos. En fin, hasta el 2007 no había la necesidad de implementar evaluaciones costosas sólo y nada más para contratar docentes. Esto no significa que no estemos de acuerdo con las evaluaciones que surgen dentro de una estrategia integral de profesionalización del magisterio como el que contempla más o menos la carrera pública magisterial que, lamentablemente, se encuentra desde su aprobación hasta el día de hoy en la congeladora.
Afortunadamente para el Gobierno, las instituciones de formación que elaboraron la prueba demostraron que ante una arremetida de este tipo, no había otra salida que salvar la situación. ¿Qué hubiera sucedido, entonces, si esta tarea les fuera encomendada con anticipación para que puedan hacerla en forma técnica y confiable? ¿Acaso no se tuvo que correr y obviar procesos técnicos para llegar a la fecha indicada? ¿Qué pasaría si además de elaborar el examen se les asigne de forma permanente la formación en ejercicio del profesorado? Por lo menos no hubo tantos problemas como cuando lo organizó directamente el MED. Esto demuestra que las regiones pueden asumir grandes retos si se lo proponen y cuando los dejan, con presupuesto incluido.
Habrá que entender, entonces, a la revolución educativa de García como una metáfora donde se instruye en el cómo no se debe ejercer gobierno si se quiere mejorar el sistema educativo nacional: bajar la moral del magisterio, evaluar por evaluar, desconocer el Proyecto Educativo Nacional, centralizar las decisiones en el Ministerio de Educación, desconocer lo avanzado, disminuir el presupuesto del sector educación, realizar grandes faenones.

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