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Mostrando entradas de agosto, 2007

Los políticos están bajo el mandato de los ciudadanos y ciudadanas

Publicado en Kanatari 26 de agosto 2007 Fernando Savater, en su Política para Amador, hace una serie de planteamientos que nos ayudan a entender el papel de la política en la sociedad. Entre otros aportes llama poderosamente la atención su manera de concebir a los políticos como unos simples mandados – sin que esta valoración signifique restarle importancia al rol que desempeñan. ¿Qué reflexiones nos genera esta apreciación a la luz de las actuaciones que acostumbran a mostrar los políticos nacionales y locales? ¿Quién o quiénes son los que los mandan? Por un lado, confieso que me parece una muy sensata caracterización de quienes tienen la tarea de manejar los recursos que pertenecen a todos. Por otro, entiendo que los mandadores de los políticos son los ciudadanos votantes desde los más pintados hasta los de a pie. Es decir, éstos son en la práctica los que están por encima de ellos. Ciertamente, la tarea de administrar la seguridad y el bienestar común requiere de gente con cierta es

Guerra avisada sí mata gente

A propósito del centenario de la denuncia de Benjamín Saldaña Roca a la empresa de Julio C. Arana por las torturas y muertes de miles de indígenas esclavizados en sus centros de acopio de caucho, me permito analizar algunos hechos presentes que -a mi juicio- repiten las actuaciones de aquellos inescrupulosos que atentaron contra la vida de aquellos hermanos nuestros. La codicia empresarial mostrada por el cauchero que se sobrepuso a todo criterio moral de la época, y que acarreó tan nefastas consecuencias, se mantiene hoy en día, a veces de formas más sutiles – pero igual de denigrantes –, y en otras, con la misma prepotencia desvergonzada del pasado. Este es el caso de la extracción maderera, que se realiza a vista y paciencia de todos, rompiendo normas y leyes nacionales e internacionales y cuya comercialización beneficia a unos cuantos, pero afecta innegablemente a todos. Décadas de explotación petrolera, que involucra al mismo Estado como también a los dire

Dragon Ball Z y la lectura animada

José Manuyama Cada vez que salgo de viaje, me las arreglo para regresar con algo de lectura para mi niño, con el afán de fortalecer su capacidad lectora, actividad que ya hace suficientemente bien, no obstante que a sus diez años todavía no es un entusiasta lector como quisiera. Ya pasé por frecuentes desilusiones cuando observé que aquellos pequeños cuentos de la literatura nacional y mundial que le proporcionaba no le van ni le vienen. En más de una oportunidad he visto esos textos abandonados en algún lugar de su habitación. En algunos casos tuve que inventar mil estrategias para obligar al niño a meterse en cada regalo literario. Por lo menos, no puedo quejarme de que mi niño no lea, producto quizás de la presión que padece en la escuela como en casa. La misma batalla se vive en otro escenario con los mismos resultados o peores: el salón de clase. En la escuela, con más o menos recursos nos estrellamos a menudo con una cruda realidad: niños, niñas y adolescentes aborrecen la lectur