Dragon Ball Z y la lectura animada

José Manuyama
Cada vez que salgo de viaje, me las arreglo para regresar con algo de lectura para mi niño, con el afán de fortalecer su capacidad lectora, actividad que ya hace suficientemente bien, no obstante que a sus diez años todavía no es un entusiasta lector como quisiera. Ya pasé por frecuentes desilusiones cuando observé que aquellos pequeños cuentos de la literatura nacional y mundial que le proporcionaba no le van ni le vienen. En más de una oportunidad he visto esos textos abandonados en algún lugar de su habitación. En algunos casos tuve que inventar mil estrategias para obligar al niño a meterse en cada regalo literario. Por lo menos, no puedo quejarme de que mi niño no lea, producto quizás de la presión que padece en la escuela como en casa.
La misma batalla se vive en otro escenario con los mismos resultados o peores: el salón de clase. En la escuela, con más o menos recursos nos estrellamos a menudo con una cruda realidad: niños, niñas y adolescentes aborrecen la lectura, la literatura y el estudio, aunque, al final, logren aprobar sus cursos.
No es que no se haga nada. Al contrario, se desplegaron muchos esfuerzos desde el Ministerio, las UGELs y las instituciones educativas. Los docentes, especialmente del área de comunicación, han aplicado, tal vez a rajatabla las orientaciones dadas, que se ciñen exclusivamente al uso de técnicas de comprensión de texto. Sin muchos materiales y otros condicionantes como la poca cultura lectora del entorno, los resultados educativos no gustan a nadie.
¿Qué hacer? La pregunta del millón. Lo que no podemos hacer los docentes es resignarnos o esperar el soplo de algún ser de otro planeta. De ninguna manera. Por el contrario debemos estar atentos, vigilantes de nuestra práctica, del entorno, en búsqueda permanente de alguna respuesta efectiva a los problemas pedagógicos que nos embargan. Las respuestas están ahí mismo donde ahora fracasan nuestros métodos. En el desarrollo de la creatividad, en la propensión innovadora radican las respuestas a todos los problemas existentes. Se trata de ser capaces de mirar más allá de las cosas evidentes, para darle nueva interpretación y uso. Los textos, las teorías novedosas, las capacitaciones ayudan, pero tienen que interiorizarse y recrearse en la experiencia educativa misma.
Pues bien, asediado como siempre, por un niño en sus vanos intentos porque yo comparta las ilusiones que le genera su omnipresente álbum de Dragon Ball Z, descubro que lee, interpreta, imagina, problematiza e interactúa con sus amigos, todo de la manera más entretenida y apasionada. No hay punto de comparación entre su reacción frente a su álbum y la que tiene ante textos que yo le obsequio con la más buena voluntad Recuerdo a la vez, los álbumes de moda que pasaron por su pequeña biblioteca: Pokemón, Power Ranger (en todas sus versiones), Bob Esponja, y otros por los cuales le he visto profundamente fascinado y feliz. Y pensar que siempre me quejé de que Francisco José no se ilusionaba con la lectura.
Por supuesto, que si su dominio lector se queda circunscrito a este tipo de lecturas, a la larga puede quedar infantilizado para toda la vida. Creo que lo más importante de esto es cómo aprovechamos estos intereses momentáneos para poner la lectura entre sus necesidades y actividades más comunes, y de ahí, transitar hacia el uso de otras variedades de texto. De esta forma la bibliografía no se verá como extraña y poco atractiva, sino, como un recurso necesario, de múltiples usos. Los diversos personajes animados, que ciertamente ya cuentan con promoción mediática gratuita, nos plantean un enorme universo de insumos susceptibles de aplicarse pedagógicamente, siempre que sean contextualizados, produzcamos nuestros propios materiales de lectura y toda forma escrita que sirva para fortalecer capacidades de comprensión de textos, fomentar la experiencia científica y desarrollar valores.

Comentarios

  1. Lograr que los alumnos lean y comprendan, realmente es un reto.
    Hoy en día los niños y adolescentes son muy distraido e inquietos, no es fácil lograr que estén atentos y concentrados.

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  2. Mmmm... yo soy joven y leo :) en mis cortos 16 años de edad he descubierto un sin fin de cosas y mundos ocultos mediante la lectura. No es tan imposible lograrlo, solo es cosa de que uno comience a contagiar el bichito del buen leer y todos lo siguen (=

    Lo dificil quizás es encontrar algo que interese a todos o a una masa apreciable... porque todo aquello que despierte [b]verdadero[/b] interés puede mantener atento y concentrado hasta al más hiperactivo de los niños...

    La tarea es de ambas partes, de uds. en encontrar lo que realmente llame nuestra atención, pues sé que obviamente algunos como yo no necesitamos guía semejante, mas hay otros que no, que necesitan algo de presión y que les pongan algo al frente ya que no se darán el trabajo de buscarlo. Y también es de nosotros en ceder un poco e insertarnos en la belleza de un libro, sin discriminar estilos, porque "no hay libro, por malo que sea que no tenga alguna cosa buena" =)

    Sldz! :D
    & Buena reflexión ;)

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