Desatinos hechos en casa

Todos los años colapsa mi medidor de disparates frente a los exabruptos que comete la administración educativa regional, que siempre van más allá de lo esperado. La Escala de Richter aplicada a los desastres políticos locales quedaría desfasada y estuviera obligada a ampliar un grado más después de cada descomunal metida de pata. Siempre me digo, quizás el próximo año ya no pasaremos los mismos apremios a inicios de año, pues peor que éste no habrá otro. Pero en forma asombrosa, nuestros políticos y sus funcionarios de confianza se las arreglan para recordarnos que los desatinos hechos en casa no tienen límites, como si ya no tuviéramos lo suficiente con tantos exabruptos ministeriales también cosa común de todos los años.
Ya llevamos más de diez años en caída libre y nada parece indicar que las cosas cambien. Tras un tremendo caos generado este año por una desacertada estrategia de contrato magisterial de la DRE Loreto, que nace de otra retahíla de errores del gobierno de turno en el reciente proceso de nombramiento docente, fuimos testigos de un bochornoso caso que compromete a los responsables directos de conducir la política educativa regional. Nos referimos al tan mentado cambio de Javier Cárdenas Guevara por el profesor Severo Linares en la Dirección Regional de Loreto. A los tres días de haberse oficializado el cambio, ¡oh sorpresa! con comparsa verbal se nos dio a conocer que éste último fue retirado en forma abrupta, dándole el cargo a una desconocida profesora que se encargaba de la UGEL del distrito de Datem del Marañón.
Los pocos atisbos de descentralización y autonomía arrancados al gobierno nacional se estrellan en absurdos criterios que toman los políticos para administrar su efímero poder. Todos sin excepción cuando llegan al poder se estrellan con una dramática realidad: se dan cuenta que no tienen los cuadros técnicos para ocupar los principales cargos políticos. Por lo mismo, tampoco tienen la claridad para plantear un derrotero que oriente la actuación de sus funcionarios una vez instalados en sus respectivos cargos. En este contexto, sin norte y sin gente, cualquiera puede ocupar una oficina de importancia, incluyendo obviamente la que merece el total cuidado pues se trata nada menos que de administrar el sistema regional de educación. Protegen tanto su minúsculo dominio que son incapaces de convocar a gente proba para que se haga cargo no de firmar papeles sino de liderar una verdadera transformación educativa.
Tal cual están las cosas es imposible imaginar un nuevo funcionamiento del sistema educativo regional. Todo lo que pasa por las manos de la mayoría de nuestros inefables políticos se pervierte. El mecanismo de concurso público para ocupar la Dirección Regional de Educación rápidamente se desprestigió. A estas alturas nadie cree que los resultados de los concursos públicos fueron transparentes. Sabemos cómo se negociaba el puesto en los sucesivos procesos abiertos hasta la fecha. Es demasiado dejar la educación en manos de unas cuantas personas que aún teniendo la función legal, deberían permitir que sea la sociedad civil, las organizaciones sindicales, las instituciones educativas, los institutos superiores, las universidades, formen una gran plataforma en la cual planteen un pacto social a favor de la educación que incluya un plan de trabajo de cinco años y a la vez una propuesta de director regional que tenga el aval de todos. Con esto estaríamos generando un amplio compromiso del que todos formemos parte, incluyendo el mismo Estado en sus diferentes instancias. De esta forma estaría garantizada la estabilidad política y administrativa del nuevo encargado (a) de dirigir la Dirección Regional de Educación sin la sombra de las repentinas y antojadizas decisiones de los presidentes regionales. Con una administración educativa eficiente es más viable lograr una transformación del sistema educativo regional.

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