Escuela a contracorriente

En verdad, ejercer la docencia en algunos momentos se vuelve una tarea de proporciones gigantescas y casi imposible de afrontar con algo de éxito. Es más fácil elevar los niveles de comprensión lectora de los estudiantes, pese a los muchos años sin poder superar los bajísimos índices que obtienen los estudiantes en las mediciones educativas nacionales, que dar vida en forma deliberada, a lo que sería una temprana revolución de voluntades tras una idea de convivencia fraterna, solidaria, de amplio deseo de realización personal y comunitaria.

Configurar una micro sociedad de estas características en la escuela es extremadamente difícil, pues significa hacer posible un mundo social artificial, que funciona bajo nuevas reglas de juego, lo cual es algo humanamente complicado, siendo el hombre por naturaleza conflictivo, un producto de sus circunstancias, con cargas y motivaciones morales tan diferentes como contrapuestas. La misma lucha individual y social que se libra en las demás esferas de la vida, se realiza en la escuela.

Un aspecto de esta lucha es la pugna que se da en la realidad entre los partidarios de una concepción autoritaria de la sociedad y los de un pensamiento democrático. En ésta no se puede imponer los puntos de vista, pues estaríamos ante un caso de totalitarismo escolar. Felizmente, hay un estrecho margen de libertad que el ser humano puede explotar, más allá de las influencias de cualquier modelo social. En parte, la escuela apuesta a que puede cultivar en los estudiantes ese estrecho margen para que puedan optar en cualquier circunstancia en forma libre. Por ello tomamos nuestras previsiones, nos organizamos para reducir las normas a los aspectos más generales de la convivencia y del aprendizaje escolar: innovar nuestras prácticas, instituir la pedagogía de la pregunta como método central del aprendizaje, promover la lectura intensiva, dar inicio a proyectos colectivos, modificar nuestras normas de convivencia, etc.

Por ello, no hay razón para juzgar al profesorado por no lograr educar idealmente, teniendo esta noción de educar un significado tan relativo. Los docentes reproducimos las taras y las virtudes que cualquier individuo y grupos de individuos. Las comunidades escolares, no pueden ser mejores o peores que la sociedad misma. Constituyen una muestra de la sociedad como lo es cualquier ámbito social. En cualquier caso, el fracaso o la victoria de la escuela, constituye también el fracaso o la victoria de toda la colectividad.

Por todo esto, no es de extrañar que para un sector de la sociedad, haya caído como una patada en el estómago las discutibles palabras del Presidente del Poder Judicial Javier Villa Stein, refiriéndose a otra discutible y nada inteligente reacción, tan virulenta y desproporcionada, del Presidente de la República Alan García Pérez, ante el reclamo desaforado de un joven desocupado, Richard Gálvez, quien le llamó corrupto en un hospital de ESSALUD en Lima.

Estos personajes que cumplen unas funciones verdaderamente claves, en el gobierno, cuya voz y ejemplo tienen una difusión enorme en todos los ámbitos sociales, han hecho propaganda a través de sus intervenciones de un modelo de conducta prepotente, reactivo, instintivo, intransigente, discriminador en vez de uno moderado, escrupuloso, proactivo, asertivo y respetuoso.

En realidad, no debe ser novedad que haya reacciones de este tipo, pues las encontramos en cada momento, en cada rincón de la sociedad, y por supuesto en las peleas callejeras de los escolares. Lo que sí es desconcertante que este tipo de reacciones sean practicados por los que ocupan los más importantes cargos del Estado Peruano.

En las aulas, los docentes y padres de familia tenemos que lidiar permanente contra las agresiones. Decimos que es mejor responder con inteligencia y asertividad que con el desatino de devolver agresión con agresión, siempre y cuando hablamos de hechos triviales y no de actos que atenten contra la vida, frente a los cuales tenemos que responder como sea. Nadie defiende la ley del talión en la escuela, ojo por ojo y diente por diente. No recuerdo a ningún docente decir, si alguien te rompe la camisa, hazle lo mismo. Si alguien te golpea, devuélvele el golpe. Más bien lo que se quiere evitar es que un problema se agrande, que la sangre llegue al río.

Por ello, habrá que aprovechar educativamente estos lamentables acontecimientos, resaltar nuestras ideas que buscan resolver los conflictos sociales en forma pacífica, evidenciar nuestras rupturas sociales, y reforzar una posición pedagógica que se empeña en construir desde la base una sociedad pacífica y fraterna, a partir de cultivar la capacidad crítica de los estudiantes, para que sepan asumir una postura adecuada ante las diversas situaciones dilemáticas en que se encontrarán inmersos.

Comentarios

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  2. Quisiera saber más información sobre la conmemoración de las caucherías realizada en el Perú, en el año 2007. Soy Lorena Romero, miembro del grupo Yauda, de estudios amazónicos, que está organizando un evento para crear la propuesta de conmemoración en Colombia.He estado enviando mensaje a instituciones como Aidesep y Servindi y no he obtenido respuesta.
    Mi correo es lorcolombia@hotmail.com
    El blog del evento es
    http://conmemoracioncaucherias.blogspot.com
    Gracias

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