A las autoridades no les interesa la problemática educativa

Cuando nos preguntamos qué han hecho las autoridades nacionales y regionales en particular para mejorar la educación en el 2008, encontramos el mismo acontecer de siempre, pues fuera del discurso que nos tienen acostumbrados, en la práctica la educación formal se debate en un brutal abandono. La lamentable realidad educativa nacional no se ha movido ni una pizca. Ostentamos los mismos niveles de aprendizaje desde hace años, mismos presupuestos económicos (inclusive cada vez menos), mismos exabruptos que dan ganas o de reír o de llorar. ¿Capacitaciones? Se vienen haciendo desde el 98 y los resultados en los aprendizajes de los estudiantes son iguales o peores. Las mal llamadas “capacitaciones docentes” se ejecutan para el informe administrativo y desaparecen sin dejar rastro. ¿Evaluaciones magisteriales? Fueron inútiles, pues todos los maestros evaluados, más allá de los resultados, siguen laborando en las mismas o en otras instituciones educativas. No hay ninguna evidencia que haya servido para algo. La municipalización de la educación sólo tendrá sentido si los municipios que están en el Plan Piloto aprovechan su autonomía política y administrativa para intervenir al margen del Ministerio de Educación, lo más rescatable de la propuesta.
Por otro lado, pese a que el Gobierno ha asumido en forma oficial el Proyecto Educativo Nacional (PEN), en la práctica éste no cuenta para nada. Es un proyecto sin presupuesto. Después de todo el esfuerzo desplegado por el anterior Consejo Nacional de Educación para contar con un PEN que supere la falta de políticas educativas de mediano y largo plazo, corre el riesgo de que se devalúe y quede en el olvido.
En el ámbito regional la cosa anda igual o peor que en el nacional. No existe ninguna señal que nos haga creer, por decir lo menos, que a la gestión de turno le interesa la educación. La educación en frontera y el medio rural siguen en su dinámica precaria y obteniendo los peores índices de calidad educativa. Existe un elevado índice de ausentismo docente en algunas zonas rurales de Maynas, situación que las autoridades del sector tienen amplio conocimiento. Por ejemplo, en el caserío 15 de Abril desde hace seis años aguanta a un profesor nombrado que a penas asiste a la escuela. Este año ya fue el acabose: solamente asistió 18 días. Antonio Cruz, un venerable anciano dirigente del pueblo, ha denunciado el hecho reiteradas veces ante la Dirección Regional de Educación sin respuesta alguna. Pese al parkinson que padece y a la avanzada edad que tiene se las arregla para insistir en sus demandas. Con fragilidad y a paso lento va en busca de alguien que le ayude a solucionar el grave problema que padece su comunidad. ¿Habrá alguna autoridad que reaccione frente al problema? ¿Qué futuro les espera a los niños y niñas de 15 de abril? Lo que sí interesa, al parecer, es dar contratos a docentes con apariencia de agradecimiento político a diestra y siniestra.
Elegimos autoridades cada temporada para que atiendan los requerimientos del desarrollo de la población y para corregir las dificultades que surgen en ese caminar. Si las autoridades no cumplen con esta noble tarea simplemente ¡están demás! Pese a todo, estas autoridades estarán luego intentando reelegirse y se agarrarán de cualquier cosa para justificar porqué no hicieron nada y para intentar convencer que esta vez sí lo harán.
La educación puede ampliar nuestros horizontes mentales para ver el mundo con cierta objetividad y diversidad. Puede habilitarnos para transformar nuestro mundo sin llevarlo al abismo en que ahora se encuentra. Permite superar nuestras limitaciones personales. Ayuda a encontrar soluciones creativas a los viejos problemas de siempre. La educación hace que las personas sean verdaderos artífices de su bienestar. Una buena educación aporta mejores criterios a la gente para elegir a sus gobernantes. Una población mejor educada, sin duda, jamás hubiera elegido a muchos de los políticos que han pasado y quizás sigan pasando por el poder político. Es comprensible entonces, porqué llegue quien llegue al poder de mejora educativa no ofrezca si no medidas rimbombantes que a la postre no tienen ningún impacto en la realidad.
Entender qué es educación supone darle la prioridad que se merece, darle las condiciones que necesita tanto materiales como técnicas. Se requiere implementar bibliotecas respetables en cada una de las escuelas. Implica organizar el estudio en torno a la investigación y a la producción del conocimiento. Significa garantizar una gama de cuadros técnicos para que se encarguen de impulsarla. Se necesita de una gran movilización social que la soporte. Implica ponernos de acuerdo y entender que mejorando las escuelas ganamos todos.
Definitivamente, apostar por la educación no tiene pierde. Destinar los recursos necesarios y establecer los consensos y obligaciones gubernamentales y civiles como lo hicieron algunos países asiáticos permite desarrollarnos en forma integral y sostenida. Pero para ello se requiere de líderes que puedan convocar y convencer a cada uno de los actores involucrados cargar con el empeño. Lamentablemente, por ahora, este tipo de liderazgo no aparece en el panorama político regional y nacional.
La historia cuenta que Diógenes de Sínope andaba a plena luz del día con una lámpara buscando un “hombre honesto”. Tal vez habrá que actuar del mismo modo y ponernos a buscar con un faro de mil watts qué autoridades entienden en forma prístina el papel que les corresponde jugar en la sociedad y qué importancia deben dar a la educación.

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