Reventemos la escuela


Busco una escuela donde los estudiantes constituyan realmente una prioridad inobjetable. Es decir una donde se organice todas las actividades alrededor de sus necesidades y demandas educativas. Anhelo encontrar, también, una institución educativa donde se escudriñe en forma permanente nuevas estrategias didácticas, máxime cuando se trata de efectivizar la idea de convertir al estudiante en el productor de su propio aprendizaje.
En la mayoría de los casos el paso de un estudiante por la escuela se va tornando cada vez más insípido. La vida escolar es un bostezo en la vida de las personas y pasa desapercibida ante la carencia de experiencias significativas que emanen de ella. Las relaciones cotidianas entre docentes y estudiantes en esencia mantienen la misma estructura durante siglos.
Sin embargo, esta constitución conservadora de la escuela no es propiedad exclusiva de ella ni de los maestros. En general, la sociedad en su conjunto establece las reglas de juego que rigen la actuación de sus miembros. De ahí que todo siga su curso sin novedades ni alteraciones. Todo funciona como siempre, con sus mismas deficiencias y virtudes: las colas y descuidos (cuando no delitos) en los hospitales, las prácticas vedadas en la fiscalía y el poder judicial, la burocracia desordenada y asfixiante de la administración pública, el maltrato a los usuarios en la atención pública y privada y, por supuesto, el monótono funcionamiento del claustro escolar con sus formaciones destempladas de los días lunes y horario rígido.
Los Centros de Formación en Alternancia para el nivel secundario, proyecto del Ministerio de Educación dirigido por Pepe Barletti desde hace cinco años, vienen desarrollando en forma exitosa una práctica pedagógica que puede dinamizar a las tradicionales escuelas citadinas. En estos centros no se realizan clases comunes, sino que los estudiantes desarrollan temarios que pueden resolverlos a cualquier hora del día, desde las siete de la mañana hasta las diez de la noche según se organice cada quien. El maestro está disponible para todo tipo de consulta y para ayudar cuando los estudiantes lo demanden, menos para desempeñar el papel protagónico propio de la pedagogía tradicional.
Uno de los principales problemas del aprendizaje en las instituciones educativas es que los estudiantes no participan activamente en las tareas pedagógicas. Existe una alta resistencia a ejecutar las actividades curriculares y a las justas ponen el esfuerzo para pasar de grado. En el nivel secundario, los escolares viven una etapa de gran realismo y para llamar su atención se necesita del dominio de múltiples recursos pedagógicos. En las escuelas hay espacios reducidos que en determinadas horas del día se convierten en saunas donde literalmente se licua cualquier esfuerzo por conseguir algo de profundidad en los aprendizajes. Tampoco existen espacios adecuados para descansar o estudiar fuera de las aulas.
Sabiendo qué habilidades generales y específicas deben desarrollar los púberes, con una organización para potenciar la libertad y la responsabilidad, se puede eliminar el horario clásico y establecer pautas de estudio libre con metas a cumplir durante el día o la semana, lo cual es fácilmente verificable. Acompañándolos en forma permanente y proveyéndolos de recursos físicos e intelectuales pertinentes podemos comprometerlos consigo mismos y, consecuentemente, desarrollar ampliamente sus capacidades. Con voluntad, creatividad y organización es posible obtener resultados favorables.
Con las prácticas escolares conocidas no llegaremos a ninguna parte. Por ello, debemos ser audaces para probar nuevas estrategias que resuelvan los viejos problemas educativos que hasta ahora nos agobian. Debemos superar esquemas tradicionales si queremos realmente convertir la práctica educativa en algo con sentido para los estudiantes y la sociedad en general.

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