Por qué movilizarnos el 4 de junio en Iquitos

Todos nos quejamos de los avatares del acontecer diario pero no vemos las causas que lo provocan para empezar a remediarlos. Cuánta gente es asaltada, estafada, despedida de su trabajo, sometida a condiciones de vida indignas. Los precios de los productos suben en forma permanente mientras que los salarios se reducen cada vez más y no hay respuesta organizada. Inclusive las mismas víctimas de cualquier tragedia no logran trasladar su preocupación a una organización social y política que luchen para que otros no pasen lo mismo que les tocó vivir. Los que piden mejoras económicas son los médicos de ESSALUD (sin desmerecer el derecho que puedan tener)  y no los trabajadores que viven con el ínfimo sueldo mínimo, o los jubilados. Qué contradicción.
Cuánta gente afectada por las tragedias ambientales no se da cuenta que éstas son producidas de una y otra forma por el elevado despilfarro y por actividades económicas de alta rentabilidad, llámese la agricultura industrial tipo palma, la irracional explotación maderera, petrolera  y minera, la ciega industria química, etc., y por tanto merecen que se aminoren o sustituyan, algo que los gobiernos eluden pues son manejados por los grupos de poder económico que viven de esas industrias
Los daños a la naturaleza se traducen a la larga en costos económicos y sociales y principalmente a la salud de la población - Véase la dura lucha de los pueblos afectados por la contaminación petrolera.En un sistema privatizado como el nuestro el que no tiene recursos y educación adecuada está condenado a vivir atado a la sobrevivencia más básica, biológica, sin poder desarrollar sus potencialidades, sin  profundizar su vida misma, carente de libertad, esclavo de sus precariedades. Algunos que por los ingresos que tienen  hoy pueden sortear la crisis económica, un espejismo temporal, pero a las arremetidas de la naturaleza en forma continua o violenta nadie se puede resistir, sino veamos los casos más recientes: el maremoto en Japón, el Huracán Katrina en EE.UU., los huaycos en Chosica, el terremoto en Nepal (que combinado con la precariedad social el resultado humano fue devastador) y las inundaciones en la Amazonía que causan incuantificables estragos materiales y humanos. Las grandes crecientes forman parte del ciclo natural pero para que sucedan cada tres años algo perverso las causa.
Los últimos 30 años de gobiernos democráticos (aunque sea de nombre) y para la enorme mayoría de trabajadores la economía sigue siendo precaria y las amenazas sociales como la delincuencia crece sin parar. Y la mayoría de la población vive al borde de la sobrevivencia. Mientras que la contabilidad de las grandes empresas nacionales y trasnacionales  sigue creciendo. Esto demuestra que crecimiento y desarrollo son dos cosas diferentes y hasta contrapuestas, más todavía si ese crecimiento socava las bases materiales de la misma vida. Es decir lo que es bueno para algunas megaempresas es malo para la gente y la vida en el planeta. Entonces, cabe la pregunta porqué insistir en lo mismo. Y podemos ir más allá preguntándonos por qué los operadores políticos de este Estado fallido - Fujimori, Alan, Toledo, Ollanta, PPK y otros que también son más de lo mismo - siguen en carrera electoral con aparente apoyo de los electores. Lo mismo se puede decir de nuestros últimos gobernantes regionales – Rivadeneyra, Vásquez y ahora Meléndez socio político de PPK y Keiko – que en conjunto son una suerte de débil apéndice del statu quo, cómplices de los grandes negociados que se cocinan desde palacio de gobierno y otras instancias nacionales e internacionales.
Por todo ello, el 4 de junio, día de la Segunda Movilización por la Defensa de la Amazonía se ofrece como una oportunidad para aglutinar a todo aquel que rechaza este sistema social que abandona a la población a su suerte y, antes que se sea una simple marcha, constituye una posibilidad más de articular un proceso de transición a otra realidad social donde el punto de partida y de llegada del entramado social sea la persona humana y se usen todas las competencias posibles al servicio de este fin. Un proyecto alternativo donde haya justicia socioeconómica y ambiental al mismo tiempo. La cultura no se prefabrica en el útero, se construye en la historia particular de cada pueblo. Por esto existe una diversidad de culturas en todo el planeta. Por tanto podemos recrear nuestra historia, nuestra sociedad tal como la queremos distinto de cómo la conocemos hoy. Las condiciones geográficas y ambientales de Loreto manejadas en forma inteligente, con participación de los pueblos y echando mano del conocimiento ancestral y actual, y la tecnología existente produciría un alto nivel de salud y progreso. Hasta la fecha nadie trabaja políticamente para este propósito.

Un proceso de transición hacia una nueva cultura implica empezar un camino distinto, de nuevos valores, y cómo todo está amarrado para mantener tanto la economía depredadora como su cultura de distracción y enajenación, tanto en forma individual como en las instituciones deberá librarse una lucha creativa que a la postre traiga mejores condiciones de vida para todos sin afectar la sostenibilidad. Es ir por más, autonomía, salud y goce plenos, es renunciar a la resignación y al asistencialismo. El camino es incierto, pero es ir haciendo camino al andar. Y, sólo en este marco vale la pena celebrar el sexto aniversario de la lucha indígena en los sucesos de Bagua, reprimida en forma salvaje por el gobierno de García, y también el Día Mundial del Medio Ambiente, como hitos que nos recuerdan que no podrá haber paz y vida duraderas con pueblos oprimidos y un entorno  devastado hasta no más. Aún estamos a tiempo, únete y convoca a los tuyos.

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