El estudio como necesidad vital
Por: José Manuyama
En la escuela existe de uno y otro modo una búsqueda por encontrar dónde concentrar los esfuerzos que dote de calidad y cantidad a la educación en el aula. Quiérase o no hay empeños infructuosos y desorientados que al final no logran provocar aprendizajes valederos en los estudiantes. Los bajos niveles de logros de los estudiantes se explican por esta carencia de claridad pedagógica que sumado a otros factores debilitan el ejercicio docente. Los maestros hacen su trabajo pero lo que falta es que esta práctica dé en el blanco que a modo de chuza provoque temblores cognitivos que obligue al estudiantado a seguir aprendiendo con gusto, por encima de cualquier otra limitación de índole afectivo, material o social que afecta el aprendizaje.
En la escuela existe de uno y otro modo una búsqueda por encontrar dónde concentrar los esfuerzos que dote de calidad y cantidad a la educación en el aula. Quiérase o no hay empeños infructuosos y desorientados que al final no logran provocar aprendizajes valederos en los estudiantes. Los bajos niveles de logros de los estudiantes se explican por esta carencia de claridad pedagógica que sumado a otros factores debilitan el ejercicio docente. Los maestros hacen su trabajo pero lo que falta es que esta práctica dé en el blanco que a modo de chuza provoque temblores cognitivos que obligue al estudiantado a seguir aprendiendo con gusto, por encima de cualquier otra limitación de índole afectivo, material o social que afecta el aprendizaje.
El punto donde
se define la clave del aprendizaje está en saber cómo introducir
pedagógicamente la lectura, la investigación, y manejar la curiosidad natural, las
motivaciones y necesidades.
De hecho, la experiencia vital como fuente del saber, la
experimentación deliberada y la lectura son
aspectos que se realimentan entre sí. El día a día te da la experiencia, el
emprendimiento la experimentación, pero la lectura atenta da profundidad,
permite abordar la realidad con más amplitud, mayor información y perspectiva.
Ciertamente, el
conocimiento es algo aprendido, requiere de la enseñanza, requiere de la alimentación constante de otros cuerpos
teóricos, algo que es accesible a través de la lectura, sin la cual será más
difícil trascender los simples datos sensibles. De esta forma la lectura se vuelve
un factor verdaderamente indispensable a desarrollar si queremos alcanzar un conocimiento
cabal del mundo que nos rodea.
Por otro lado, el
conocimiento acumulado constituye
una virtual realidad intersubjetiva casi infinita tanto en información como también
en producción de ideas con las cuales criticar y modelar la sociedad que
vivimos. Un conocimiento que debe ser administrado por cada quien para atender
nuestras necesidades. Sólo así podremos descifrar los enigmas de nuestra vida
al igual que los aspectos más desconocidos de la naturaleza y el universo en su
complejidad.
Por ello, el
aprender puede ser catalogado como una experiencia
fascinante. El que aprende fácilmente se envuelve en una atmósfera estimulante
cuando descubre mundos ignotos y amplía su nivel de conciencia. Y cuándo esto
sucede el aprendizaje se vuelve placentero, grato y liberador. El aprendizaje
no tiene nada que ver con vivencias que aburren o agobian el alma.
Si un estudiante
no ha descubierto este mundo, sólo estudiará para aprobar un examen. De hecho
la mayoría de estudiantes sólo se mueven por la nota. De ahí que sólo cuando
hay interés propio empieza un proceso de investigación, de exploración, pero de
forma autónoma y libre. La
curiosidad, la necesidad y la lectura deben coincidir para poder llegar a un
conocimiento lúcido y complejo de las cosas.
Por ello el rol
del docente es fundamental. Es quien debe introducir al estudiante en esta
carrera o disciplina de aprender por
aprender para sí, para la sociedad y para el entorno. Su misión es hacer
ver la tarea educativa como una aventura
propia y autónoma, al mismo tiempo como una actividad humana tan necesaria
como el acto de vivir mismo.
De esta forma el
aprendizaje escolar más que un acto aburrido se convierte en una necesidad permanente, en una práctica que te
permite vivir con cierta plenitud. Cuándo el estudio se vuelve en una actitud
no hay descanso, ni cansancio, ni hora libre, siempre se está aprendiendo, a cada
instante, de cualquier modo.
El proceso
investigador termina moldeando las actitudes, los gustos y valores, te hace más
cuidadoso, reflexivo, calmo, diferente a
una actitud apurada o alocada. El
estudio, la lectura y la investigación transforma y humaniza al mismo tiempo.
Por ello, no hay
nada más contraproducente para el estudio que un aula bullanguera. En ésta
puede pasar cualquier cosa menos despertar las ganas de estudiar. Cada minuto
en el aula vale oro, lo que sabemos es poco para resolver los álgidos problemas
humanos. Y, por supuesto, siempre será insuficiente el tiempo que pasan los
estudiantes en el aula cuando de aprender se trata. La insuficiencia es más evidente en el nivel secundario pues el
docente sólo asiste por horas al día, agrupadas mayormente en 90 minutos. El
análisis de una simple lectura supera largamente las limitadas horas pedagógicas
de una asignatura.
Es sensato
imaginar otra manera de organizar las clases de que el conocido horario rígido
de una escuela tradicional. Es posible extender o recortar las horas de estudio
de una determinada tarea educativa, materia o área curricular en función a las
necesidades de aprendizaje de los niños, niñas y adolescentes de las escuelas y
no por jornadas de trabajo docente.
Mientras tanto,
el educador debe contar con todas las condiciones, que el Estado a través del
Ministerio de Educación y Economía lo niega, para poder entregarse de lleno a
la tarea suprema de convertir al estudio como el principal instrumento de
perfectibilidad humana.
La escuela que
lleva a la práctica esta concepción logrará crear un ambiente distinto, que se
mueve en otra lógica, que impacta, uno donde se siembra y se practica una nueva cultura del aprendizaje pero
también de humanismo, que pueda ser extendida por sus actores en forma
paulatina a otros ámbitos como la familia, las instituciones y la sociedad en
general.
Ola ke hace
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