Época pos electoral: una oportunidad para refundar la política nacional

La época pos electoral es un tiempo de resentimientos y frustraciones, especialmente para aquellos que participaron en la febril campaña, teniendo la ilusión de ser beneficiados luego con algún puesto de trabajo y no lo lograron. No hay ganadores electorales que no sufran este problema, pues el primer gancho para asegurarse alguna militancia incondicional es insinuar que existirá alguna posibilidad de retribución laboral, lo cual no es poca promesa, si somos conscientes de la magnitud del problema de desempleo, subempleo y los bajos salarios en el país. Los primeros opositores de los regímenes de turno surgen de los grupos excluidos de la primera repartición del poder.
Esta y otras distorsiones se generan en la manera cómo se practica tradicionalmente la política. No cuenta para nada el largo plazo, ni el soporte de equipos profesionales, salvo financistas con una gran voracidad mercantilista. Este contexto es propicio para que irrumpan oportunistas y outsiders, ante la inoperancia culposa de partidos políticos obsoletos y corrompidos, cuyo pobre desempeño abre paso a la improvisación y a la angustia. En realidad, cada partido aporta su triste cuota, en la aciaga realidad política y las secuelas socioeconómicas que padecemos.
Los partidos gobernantes no saben qué hacer una vez que están en el gobierno, debido a que en campaña estuvieron preocupados más en cuestiones secundarias e inmediatistas, sacándose los ojos unos a otros, y explotando oscuramente la ignorancia y el poco sentido crítico de amplios sectores poblacionales. ¿Qué partido está pensando en invertir en investigaciones para el desarrollo? Es más importante para los estrategas de campaña la parafernalia de las fiestas, e igualmente las propagandas y discursos grandilocuentes aunque vacíos de contenido. ¡Que viva el circo! pero no la razón. ¿Qué partido reúne una amplia militancia profesional que esté discutiendo temas fundamentales para el devenir regional como son el manejo de los recursos forestales, petróleo, agua, educación, salud, etc.? Ninguno. A lo sumo llegan a grupúsculos que terminan entregando los destinos públicos a técnicos de tradicionales grupos económicos que se sitúan detrás del poder político para sacar ventajas de los insanos privilegios que esta relación les provee.
Por su parte, nadie aglutina a los profesionales independientes y honestos, quienes por no complicarse la vida se mantienen al margen, dedicándose solamente a sus propios asuntos o participando sin trascendencia desde su espacio social. Mucha gente todavía no participa en organizaciones políticas ya sea por indiferencia, hastío o por facilismo. El ciudadano que no participaba en los asuntos públicos en la antigua Grecia, era considerado idiota (idiotes) en su acepción más original que se refería a los individuos que se ocupaban solamente de cuestiones domésticas.
Necesitamos de partidos que insurjan fortaleciendo el capital humano, que desarrollen agendas profesionales responsables y autónomas. Que, teniendo en cuenta lo nacional e internacional, analicen los problemas que nos agobian y su posible solución. Precisamos de una visión de desarrollo global, pero principalmente regional que sirva de marco para tomar decisiones consensuadas y efectivas. Requerimos de nuevas escuelas políticas que reúnan a las mentes más brillantes, a los líderes locales y a la población en su conjunto para imaginar un futuro próspero para todos, que plantee las estrategias para concretizarlo y el rol que cada actor deberá cumplir consciente y comprometidamente. Que esta época pos electoral que estamos viviendo sea una oportunidad para construir prácticas políticas trascendentes y valederas, y que la próxima contienda ciudadana nos encuentre en una sana pugna por obtener el título que defina a los más aptos para conducir los destinos del país.

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