Incompetencia municipal


Por: José Manuyama Ahuite
No hay forma de dormir. Se revuelca en la cama. Se tapa los oídos. Maldice. Se pone de pie y se acerca a la ventana. Observa la escena. Juegan como sin el menor reparo por lo que pueden ocasionar a otras personas que nada tienen que ver con lo suyo.
Un episodio nocturno que se repite innumerables veces en la plaza denominada Divino Niño Jesús, ubicada entre las calles Huánuco y 28 de julio del distrito de Punchana: tener el cuerpo extasiado después de horas de trabajo y no poder cerrar los ojos por los gritos exorbitados, insultos, ruidos de pelotazos que traspasan las paredes que se parece a una tortura china.
Son las 12 de la noche una hora en que se supone se debe descansar para recuperar las fuerzas y prepararse para el día siguiente en que te espera la misma exigencia.
En realidad, hacer ejercicios, jugar un partido de fulbito, percibir los altos sonidos cargados de frases exclamativas de grueso calibre o de festejo parece normal una tarde donde hay espacio para jugar un partido, y congrega a muchos que acuden a mirar los encuentros como una sana diversión. Se puede practicar en la mañana, tarde o a tempranas horas de la noche, interfiere de algún modo pero sin afectar en forma drástica la vida privada de los vecinos que viven alrededor de una cancha de fulbito. Pero tiene un límite temporal. No puede estar abierto a todas las horas.
Las losas deportivas son administradas por los municipios que se encargan de ponerlos en condiciones para servir a la población que hace uso de ellas, se entiende sin afectar la vida cotidiana de los que viven en el entorno. Por tanto no son espacios liberados donde se puede hacer lo que se quiere sin importar la tranquilidad de la población que vive al entorno.
El reloj no para y ya es la primera hora del nuevo día y el involuntario sonámbulo sigue escuchando la misma interrupción sonora que supera al cansancio impidiendo al cuerpo reposar. Pasan los minutos y el juego continúa. Después de tanto sufrimiento en vela, la conciencia no recuerda qué hora acabó el ruido o empezó el esperado pero recortado sueño.
Al principio, en el reinaugurado centro deportivo punchanino, las luces que permite se juegue de noche eran controladas en forma irregular por el Serenazgo del municipio – un noche sí otra no – hasta que por un reclamo ingresado por mesa de partes de dicha comuna y con una oficiosa  intervención de OEFA se logró comprometer a que estos focos luminosos se apaguen a las 10:30 de la noche de domingo a viernes y a las 11 los sábados. Hoy simplemente nadie controla el prendido de las luces. Las bases donde se asentaba el candado fueron deliberadamente destruidas y así desapareció el débil control existente. Por extensión desapareció también la alcaldía como institución, el alcalde como dirigente público, y los funcionarios como ejecutivos. Las luces amanecen prendidas se juegue o no –incrementando el costo municipal como si sobrara la plata– dejando a los vecinos sin poder evitar pasar por un sin número de molestias por la incapacidad de ejercer un mínimo control de una losa ubicada a escasa distancia de las sedes administrativas municipales y por unas personas poco conscientes a quienes no les importa la tranquilidad del otro, salvo el suyo propio.
A pocas horas, suena el despertador y son las 5:30 de la madrugada hora en que empiezan los preparativos para el nuevo día de trabajo. Las ojeras del tamaño de un tomate se reflejan en el espejo. La sensación de cansancio es profunda. Preocupa imaginar que la jornada que se avecina viene con grandes exigencias y el cuerpo no está en condiciones de librar batalla.
Para muestra un botón de cómo las gestiones de todos los niveles de gobierno sin importar quién ocupe el cargo, no resuelven los diversos problemas que aquejan a la población,  en cualquier área que se mencione, sea salud, educación, limpieza, transporte, etc. Ingentes recursos se dilapidan en corrupción y en obras deficientes y aisladas que no resuelven ningún problema que repercuta en forma global en la calidad de vida de la población.

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