En el cuidado del medioambiente se juega el futuro de la humanidad

Por: José Manuyama


Ser testigo de ver a un estudiante recoger una envoltura de plástico de lo que fuera un caramelo u cualquier otro producto parecido, que algún inconsciente arrojó, causa una grata sensación cuando se trata de ir librando una batalla a favor de generar una conciencia ambiental que parta del cuidado del entorno más cercano y termina en una valoración del papel del hombre frente a la naturaleza planetaria.

En el cuidado del medioambiente se sintetiza la esencia de lo que significa sembrar en las futuras generaciones el fermento que luego de vida a un nuevo tipo de hombre para una nueva sociedad, donde el respeto por el otro y su medioambiente sean los ejes centrales de la acción humana.

La escuela necesita crear espacios ejemplarizadores donde el estudiante pueda encontrar sentido a lo que lee e investiga. Que le permita pasar del saber a la acción, ponga el conocer al servicio del convivir. Un convivir pleno, dado sin restricciones, que explote lo mejor del ser humano, entendido éste como un ser social per se.

Por ello, la finalidad de la educación es desarrollar la capacidad de cualquier individuo de pensar por sí mismo en forma crítica tras dos tareas esenciales: la primera, descubrir las formas que hagan posible una convivencia humana digna para todos, y la segunda, el desmantelamiento del andamiaje de aquello que impide que lo anterior se pueda alcanzar.

De ahí que el dominio de la lectura, la investigación son aspectos imposibles de eludir, a la par de ponerlas al servicio de la convivencia armoniosa consigo mismo, con los otros y con su entorno. En realidad, todas las áreas del saber deben circunscribirse a estos ejes curriculares.

Igualmente, es parte de este esfuerzo la exposición de los valores culturales propios, en sus diversos aspectos, sean artísticos, productivos, tecnológicos, lingüísticos, como parte del patrimonio general de la humanidad y a sus aspiraciones más universales como el respeto por la igualdad y los derechos humanos. Ser ciudadanos del mundo en las cotidianidades del aquí y el ahora.

La lucha se libra a nivel de pensamiento, allí donde ya se encuentran posicionados formas de ver la realidad contrarias al respeto por el otro y por la naturaleza, que se manifiestan en una serie de conductas con las cuales nos topamos en la calle, o en cualquier espacio donde no importa ni lo uno ni lo otro. Es una tarea titánica cuando la ostentación y sus antivalores se exponen en su forma más sensacional que termina nublando el juicio.

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