El grupo ideal

Para no dejar pasar algunos sucesos que por sus características nos deja gratamente marcados, me tomo el gusto de poner por escrito unas vivencias muy sentidas que me deja la enseñanza en el ámbito universitario.

La impresión central es que tuve entre manos a un grupo ideal que puede ejemplificar lo que en sí deberían lograr los chicos y chicas al término de la educación básica, es decir cuando acaban el quinto grado del nivel secundario. Todos evidenciaban una actitud de viveza e inquietud que se podría decir que cuando tenían la oportunidad de participar en forma oral o escrita lo hacían con coherencia y con sentido. Realmente pudimos generar verdaderos conversatorios, participativos y horizontales. Recuerdo con alegría aquellos ojos llenos de vida que mostraban estos jóvenes. En contraste, tuve la oportunidad de interactuar algunos años con estudiantes del último grado en una escuela pública y puedo decir que la efervescencia es una particularidad que manifiesta sólo un grupo reducido del aula. La mayoría pasa por una suerte de involución de sus habilidades sociales y cognitivas que les cohíbe de actuar en forma resuelta. Por lo cual, ser testigo de la existencia de un grupo parejo en habilidades resulta largamente edificante.

Estos estudiantes universitarios no sólo reaccionaban a las tareas de análisis de la realidad, mediada por una lectura analítica de la realidad peruana, sino que se involucraban en forma solícita cuando se les requería para complementar las clases con expresiones artísticas como la declamación, practicar teatro o cuando tuvimos que agenciarnos de algunos recursos materiales para ver una película. Todo se resolvía sin demora. En términos juveniles diríamos que eran “full pilas”.

En realidad, algunas carreras profesionales atraen, un asunto meramente convencional, a jóvenes con habilidades cognitivas más desarrolladas. Hace buen tiempo que venimos resaltando el hecho de que la escuela pública satisface en forma desigual el requerimiento formativo de los escolares. Es decir, sólo unos pocos logran desarrollarse como tiene que hacerse, pero lamentablemente una gran mayoría queda fuera de este círculo.

De esta experiencia puedo extraer algunas lecciones. La primera tiene que ver con la constatación de que algunos estudiantes egresan del nivel secundario con capacidades desarrolladas. En este sentido, el gran reto es hacer posible que sean la mayoría sino la totalidad de los escolares quienes deben lograr desarrollar sus habilidades en forma auspiciosa.

La segunda se relaciona con el hecho de generar un adecuado ambiente de estudio. El grupo estaba altamente motivado, en virtud de ejercitar el pensamiento crítico, la resolución de problemas y el análisis de la realidad social en cada clase. Se trata nada más que de una “educación de capacidades” como alternativa a la cultura académica del memorismo descontextualizado, el estudio orientado sólo para sacar la nota aprobatoria, nada más opuesto al desarrollo de la autonomía en el aprendizaje. De esta forma se terminó propiciando en el estudiante el deseo de crecer, de aprender y de cultivarse. En un ambiente así la asimilación funcional del conocimiento se da por añadidura.

La tercera rescata la importancia del hecho de centrar el trabajo pedagógico de cualquier ámbito educativo en el entrenamiento de las habilidades comunicativas elementales como la práctica de la comprensión lectora, la producción de texto y la expresión oral, las mismas que nos habilitan para poder conducirnos en el complejo mundo del conocimiento científico. Quizás exagere pero me sentí en el cierre del curso, contradictoriamente fuera de mi espacio natural de enseñanza, un auténtico maestro.

Más allá de todo, mi aprecio a este novel grupo humano y por extensión a toda la juventud que reúne un enorme potencial y en cuya formación y realización posterior reside la posibilidad de que en un futuro se configure un país de bienestar general y de verdadera ciudadanía.

Un agradecimiento especial a todos ellos por todo lo que me supieron enseñar. Gracias Anne, Ana, Gorqui, Omar, Karina, Karol, Katherine, Misley, Hermes, Alvaro, Juan, Flor, Christina, Regina, Jennifer, Sofía, Priscila, Aldo, Igor, Enzo, Christian, María, Alexander, Emanuel, Augusto, Arantxa, Luis, Agner, Gamaniel.

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