Lectura como pasatiempo

Es espinoso tratar el tema de las inasistencias docentes, pues son provocados por una serie de razones que van desde las familiares, pasando por las sanitarias y terminando en las faltas por realizar trabajos extras. Lo cierto es que un número importante de horas de clase dejan de ser atendidas, algo que administrativamente se puede hacer muy poco, más allá de informar para el descuento de los haberes, o simplemente tolerarlas.
Las faltas dejan tras de sí horas ociosas creando un gran problema para la escuela, pues en muchos casos se estila devolver los estudiantes a sus casas, sin dejar de mencionar el hecho del desperdicio de un tiempo destinado para el desarrollo de sus capacidades.
Por otro lado, la ausencia docente pone en evidencia las pocas cosas que el estudiante está dispuesto a realizar fuera de la presencia del maestro, y depende en forma absoluta de la misma para hacer algo en el aula. Si observamos con atención lo que hacen los estudiantes en el aula en aquellos espacios que dejan los maestros el panorama es desolador, todo pasa menos estudio por propia iniciativa: unos se sientan en actitud relajada, otros conversan, juegan, y a veces pelean entre sí. Cuando varios salones quedan sin profesor, y que están a cargo de la vigilancia de un solo auxiliar, vaya desbarajuste que se arma. Para evitar este problema los regresan a casa y se pierde un valioso tiempo de aprendizaje.
Son varias las medidas que se pueden tomar para evitar el desaprovechamiento del tiempo escolar, pero me gustaría comentar una sola de ellas: la práctica de la lectura libre fuera de las materias o cursos, o incluso del control de los profesores. Se trata de entrar en un maratón lector que a la par de superar un problema escolar pone a los estudiantes en contacto con un universo cultural enorme, que terminará cambiando el paisaje escolar: de una escuela donde los jóvenes no saben utilizar el tiempo libre, a una escuela eminentemente lectora. Se podría hablar de una escuela donde se estudia con o sin maestro, donde interactúan estudiantes autónomos que aprovechan óptimamente el horario escolar, donde los padres tienen la certeza de que sus hijos estarán aprendiendo todas las horas que se encuentran en el colegio. Se puede orientar la práctica de esta lectura en todos los momentos ociosos dentro de la escuela, pero también en la misma casa, o en cualquier oportunidad que se presente. Es estar con un libro bajo el brazo para ser utilizado cada vez sea posible. Es obvio que para esto se requiere de una fuerte campaña movilizadora que convierta a los escolares en verdaderos protagonistas de la experiencia.
Para tener un control más o menos efectivo, se requerirá elegir a un estudiante que anote a los que se disponen a leer por su cuenta, tanto al iniciar como al concluir la lectura de un libro. De esta forma se va monitoreando la experiencia. Motivando a los chicos y chicas se puede llegar a leer una cantidad importante de textos, cuyos alcances valorativos y las enseñanzas que traen consigo de todas maneras dejarán claras huellas.
Es evidente que esta estrategia no solamente busca superar el problema planteado sino que contribuye a generar aptitudes en los estudiantes no solo cognitivas, sino también aquellas sensibilidades fundamentales en torno a las cuales se mueven las personas. La literatura, así como el arte, el deporte, el cultivo de las ciencias filosóficas y científicas, te introduce en un mundo diverso, creativo y educativo que no tiene precio.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿En qué consistió su heroísmo? FERNANDO LORES

¡Qué dolor, qué rabia, qué decepción!

La trampa del extractivismo