Dilemas del Nivel Secundario

En el nivel secundario padecemos de ciertas contradicciones que podríamos llamar dilemas de la educación secundaria. A diferencia del nivel primario y el inicial – en los cuales un solo docente se encarga de un aula –, en el secundario los maestros tienen contacto con los alumnos sólo por horas: de una a seis horas semanales. En algunos casos hay más horas que en otros, pero en cualquier caso, son insuficientes como para desarrollar una vinculación más completa con los estudiantes como sucede en los otros espacios educativos. En esta circunstancia, es posible que exista una mayor dificultad para generar vínculos afectivos y emocionales más estrechos entre docentes y alumnos, lo cual no favorece al aprendizaje.
No obstante que aquello merma las posibilidades de éxito pedagógico, sucede una situación que pasa desapercibida pero que a la vez encierra un gran potencial educativo. Es la cantidad de docentes que se mueven alrededor de los alumnos de un aula: son diez por lo menos. Quizás sea poco tiempo por cada docente, pero son diez maestros los que tienen la mirada enfocada en forma permanente hacia un grupo de jóvenes. Diez miradas abarcan más que una para realizar un trabajo eficiente. Con tantos ojos encima es más difícil que se pierda algunos indicadores clave como por ejemplo: cantidad de alumnos reflexivos, creativos, críticos, artísticos, etc. O, talvez, identificar a aquellos estudiantes que tienen mayores problemas de aprendizaje. En conjunto es más viable encontrar las respuestas a una serie de problemas de aprendizaje y aprovechar las potencialidades de los alumnos de la mejor forma posible.
Pero donde hay más docentes existe también más riesgo de dispersión. El aislamiento entre áreas curriculares es muy profundo. Cada docente vive en su isla y no se entera de lo que está hace el colega ni en lo más mínimo, salvo algún accidente. No obstante, con más de un educador en el aula, hay condiciones tangibles para un trabajo pedagógico de posta, complementario, movilizador, equitativo, paciente e integral. Mediante un trabajo colectivo, es más difícil que no se tenga en cuenta las diferencias individuales de cada estudiante. Actualmente, bajo el modelo tradicional, los resultados educativos son deplorables, como lo es el solo asignar por asignar más horas pedagógicas a determinadas áreas curriculares. Es inaceptable reconocer que tras más de once años de asistir a la escuela los estudiantes antes de evolucionar involucionan.
Por otro parte, existen 6 áreas curriculares que cuentan con textos escolares entregados por el Ministerio de Educación a las instituciones educativas públicas: matemáticas, comunicación, ciencias sociales, inglés, CTA y PFRH. Sin embargo, estos materiales no son utilizados o en el mejor de los casos son subutilizados. Y, estamos hablando de aquellas instituciones que los resguardaron, pues la mayoría de las que fueron beneficiadas ya no cuentan con dichos textos. Son materiales educativos tan valiosos que se desperdician en plena crisis educativa. Lo más obvio es considerar que en una clase los estudiantes lean, hablen y escriban en forma permanente. Pero, en la práctica, existe la mala costumbre de dictar, explicar y condenar al alumno al triste papel de simple registrador de contenidos. Con 6 textos por cada estudiante se garantiza el acceso a más de mil páginas de lectura por alumno sólo en un año y en cinco se dispara a más cinco mil. Con ello, el bagaje cognoscitivo de los alumnos se incrementaría radicalmente y se desarrollaría otras competencias básicas como la comprensión de texto, expresión escrita y oral, además de otras. ¡A ver qué institución educativa se anima a dar el salto!

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